Toda crisis nos trae nuevos retos, pero es en ese momento donde las personas sacan esa gran capacidad de adaptación, aprendizaje y reinvención para superar la coyuntura que se les presente. Le evolución en las dinámicas de las empresas, la transformación en la manera cómo se llevan a cabo los diferentes procesos y el hecho de haber puesto en jaque el estatus quo de las relaciones laborales y comerciales, es el gran reto de 2020 y de 2021.
Como desde mi punto de vista el sector empresarial es el motor económico del país y la solución de cualquier crisis va de la mano con la capacidad de adaptación de las personas, considero que el talento humano de todas las organizaciones empresariales ha tenido un roll protagónico en esta situación por la que nos encontramos atravesando.
Las planeaciones empresariales a finales de 2019 y las grandes estrategias comerciales para seguir haciendo crecer nuestros negocios se vieron rápidamente opacadas a principio de año. Fue en ese momento, cuando la imposibilidad de salir de nuestras casas por la orden del aislamiento preventivo obligatorio generó que toda la atención se volcara hacia el trabajador, quien cobró aún más relevancia de la que ya tenía dentro de las organizaciones, puesto que se reflejó su valor e importancia para permitir la continuidad de la operación de los negocios.
Un cambio drástico fue el hecho de que el colombiano tuviera que empezar a trabajar forzosamente desde casa. Así, aun cuando ningún trabajador colombiano estaba preparado para esta situación en la que tuvo obligatoriamente que ensamblar su vida laboral con su vida familiar al destinar su espacio personal al desarrollo de sus actividades laborales, se adaptó en cuestión de días a los diferentes cambios, con el fin de dar continuidad a la prestación de sus servicios y, con ello, permitir la operación de su empleador aun en tiempos de pandemia.
Posterior a ello, los trabajadores tuvieron que someterse a una curva de aprendizaje para prestar servicios nuevamente en las fábricas, oficinas y en las calles, con los estrictos, pero necesarios, protocolos de bioseguridad. En esta nueva etapa, observamos que a pesar del riesgo al contagio que implican los desplazamientos, el uso del transporte público y el contacto con compañeros de trabajo o clientes, el talento humano se adapta y transforma para contribuir con su labor al proceso productivo de sus organizaciones.
Es así como tenemos ejemplos de trabajadores que prestaban servicios como meseros en restaurantes y se transformaron en domiciliarios para apoyar a sus empleadores en los procesos de adaptación y reinvención que atraviesan en estos tiempos de crisis.
Aunque no ha sido fácil, los empresarios han tenido que generar unos lazos de confianza más estrechos con los trabajadores, ya que en la práctica hemos visto que muchos de ellos se han visto en la necesidad de solicitar a sus trabajadores cambios en las condiciones laborales tales como reducciones de salarios y reducciones de jornadas de trabajo, ante lo cual han recibido apoyo, confianza y comprensión de los trabajadores, quienes atendiendo a la difícil situación económica por la que atraviesa el país han aceptado estas nuevas condiciones laborales y han decidido continuar contribuyendo con su capacidad al desarrollo de sus organizaciones.
Puedo concluir, con gran satisfacción, que es el talento humano el que ha permitido que en crisis económica y sanitaria, los empresarios sigan en pie, operando y trabajando por el país.